Entre las grandes cadenas y los almacenes de barrio están los mercados, esos lugares que conservan
el romanticismo. A la gente le gusta ir ahí. Saben que el carnicero les dará el mejor corte y le sacará
la grasa antes de pesarlo. Que el panadero les dará solo pan del día. Que el pescado será siempre fresco y su familia lo podrá comer con tranquilidad. Porque en los mercados nadie te vende pescado podrido.