La historia de la empresa comenzó a forjarse con D. Emiliano Arencibia Rivero, un cambuyonero del puerto que compaginaba esa profesión, a finales de los años cincuenta, con un pequeño puesto en el Mercado Central de la capital grancanaria. Sin embargo, no fue hasta 1963, coincidiendo con el comienzo de su actividad de tostado y comercialización de café, cuando se empezó a utilizar Emicela como marca comercial, que proviene de la unión de las primeras letras de su nombre con el apelativo con el que conocen a su mujer, Araceli.
Desde ese momento y hasta la actualidad muchos han sido los retos a los que se ha enfrentado nuestra empresa. Pero el instinto de negocio, el olfato para las buenas oportunidades, la clara visión de expansión, diversificación e internacionalización y el impulso de una plantilla que ha crecido cada año, unidos a la confianza depositada durante generaciones por nuestros clientes, han hecho de Emicela una compañía industrial y de distribución multinacional de referencia y en constante crecimiento.