Café de Finca empezó con Jonathan en 2009. Pero poco después, en 2014, Juan se unió a la aventura y desde entonces los dos capitaneamos el barco mano a mano. Ahora, más de 15 cosechas después, da cierto vértigo mirar atrás y ver todo lo que la idea ha progresado. Ha sido un camino difícil, pero emocionante; lleno de retos que parecían imposibles y ante los que siempre hemos tenido la misma actitud: trabajar el doble. Y hacerlo mejor.
Desde el principio hemos querido ir al origen, pisar la finca, visitar los países productores como Etiopía, Nicaragua, Ecuador, Honduras, Guatemala… Tratar allí cara a cara con los productores. Y catar, debatir e incluso experimentar junto a ellos.
Y cultivarlo. Es algo que continúa sorprendiéndonos a nosotros mismos. No hemos unido al equipo de los productores: desde 2015 disfrutamos cosechando en nuestra propia finca: El Nacimiento. Un rincón maravilloso a 1500 m de altitud en la frondosa región de Santa Bárbara, Honduras. Allí cultivamos de la mano de los Paz Mejía. Una gran familia de la que ya nos sentimos parte y a la que nunca estaremos lo suficientemente agradecidos por su compromiso, sus lecciones y su generosidad.
odo esto nos ha hecho más fuertes. Y hemos pasado de ser un microtostador de cafés de especialidad con un coffee shop en Castelldefels (Baix Llobregat, Barcelona), a transformarnos en una marca con una filosofía y una visión singular.
En Café de Finca sentimos pasión por el buen café y por su origen. Pasión por lo “bien hecho”, pasión por ir siempre un paso más allá. Pasión por superarnos, por la bici, por el running, por la gente maja…
Pero como no solo de pasión se vive, también tenemos otros muchos valores y nos vamos educando poco a poco en otras cualidades importantes para mantener vivo todo este tinglado: Café de Finca.