La Ruta del Barroco Andino, promovida por la Compañía de Jesús, recorre cuatro templos: el de la Compañía ubicada en la plaza de armas del Cusco, y los de Andahuaylillas, Huaro y Canincunca en el llamado Valle Sur, el espacio geográfico que conecta la capital del Imperio Inca con la selva de Madre de Dios y el lago Titicaca. Este fue un eje comercial, anterior a los incas, donde circulaban el oro, la plata, la coca y las fibras animales. Desde entonces quedan señales de ese pasado en los sitios arqueológicos que encontramos junto al recorrido, como Tipón y Rumicolca y en la antigua fábrica de tejidos de Lucre.
El Valle Sur va paralelo al río Vilcanota y atraviesa dos lagunas, una de ellas Huacarpay, sitio Ramsar rico en aves, totorales y bellos atardeceres. El valle está formado por pequeñas localidades de agricultores, comerciantes y ganaderos, y también hay pueblos de brujos, panaderos, constructores de tejas, así como de músicos y danzantes que rinden homenaje al Señor de Qoyllurit’i. Los templos, llevados por los padres jesuitas, exhiben en su interior una de las muestras del barroco andino más impresionantes y llamativas del Perú.